¿Quiénes somos?

Nuestra preocupación colectiva siempre fue la movilidad en Quito. Cuando iniciamos este camino como veedores del transporte y el espacio público – allá por el 2003 -, nos dimos cuenta de que el meollo del asunto, el punto central del conflicto de convivencia en las vías, era el peatón, el de a pie, el que camina. Por eso decidimos centrarnos en este actor social tan importante, y a la vez tan ignorado por las autoridades y los ciudadanos vehicularizados.

Y éstas son la razones:  el peatón es el actor más vulnerable en la escala de la movilidad.  Pero con esta condición, es también el más abusado en lugar de ser el más protegido, probablemente porque es el más débil, en cuanto a estructura física:  no tiene chasis, no tiene ruedas, un pitazo llega directamente a su oído, respira directamente el smog de los vehículos motorizados, y le toca esquivar vehículos no motorizados en los pocos espacios con los que cuenta para la seguridad en su circulación.  Para colmo de males, las campañas de “educación vial” lo acusan de imprudente, y las “obras públicas” le obligan a subir el equivalente a dos o tres pisos en cada puente peatonal, con el discurso vendible de que es por “su seguridad”, cuando es bastante obvio que estos puentes están creados para no estorbar la circulación de los vehículos y no interrumpir su veloz paso.  

En varias ocasiones, en el interno de la APQ nos hemos preguntado: los de a pie ¿nos identificamos como un grupo de actores de la movilidad?  ¿Nos identificamos como “peatones”? ¿O simplemente nos hemos acostumbrado a convivir con máquinas, unas más amenazadoras que otras, y nos hemos perdido como actores urbanos? ¿Nos pensamos como actores con derechos? ¿Hemos perdido nuestro espacio urbano bajando la cabeza con las agresiones vehiculares y cediendo el paso a los carros y bicicletas?  Estas interrogantes son parte nuestras preocupaciones permanentes, y en el intento de responderlas hemos adoptado un nombre que queremos que represente la dignidad que se ha perdido al caminar: somos los Orgullosos Peatones, los que no contaminamos, no estorbamos, no metemos ruido. Aquellos sin los que una ciudad deja de tener vida, se vuelve triste e insegura.  

Así, nuestra proclama principal ha sido la recuperación de este orgullo, caminar con la cabeza en alta, y frenar los abusos de los conductores vehiculares.  No existe en nuestra legislación una proclama de derechos peatonales, por ello hemos realizado hace ya varios años una propuesta, inspirada en la Carta de los Derechos del Peatón de la UE.  Esta iniciativa fue discutida con organizaciones a nivel sudamericano, y esperamos lograr algún día su difusión, y su reconocimiento como un precedente para la protección de los más vulnerables en el espacio urbano.

Pero, más allá de la legislación y de la educación vial, somos quienes caminamos los encargados de emprender una tarea educa-activa, arriesgada, y valiente, adoptando orgullosamente la identidad de actores con derechos.  Organizarnos, proponer y crear espacios más seguros en nuestros barrios, optimizar las formas de transportarnos, difundir el respeto por el que camina son misiones que están al alcance de todos. Recuperar espacios para el peatón es una meta por demás justa, ganarle algo de espacio al despiadado crecimiento de autopistas y con ello, del número de vehículos contaminantes. 

¡Vamos a activarnos, depende de nosotros lo que los servidores públicos hagan por nuestra ciudad!